La Realidad Aumentada (AR) y la Virtual (VR) forman parte de un mismo concepto paraguas que se conoce como Realidad Extendida (XR). También tiene cabida en ella la Realidad Mixta (MR), que no es más que una mezcla de AR y VR.
La Realidad Extendida, conocida también como Cross Reality, es el nombre que se utiliza para denominar a las técnicas que permiten generar objetos y entornos de manera digital.
Dentro de esta tecnología inmersiva, la principal diferencia entre las mencionadas anteriormente es la forma de interacción con el usuario. Por ello, vamos a empezar por definir cada una de ellas.
La Realidad Aumentada permite la visualización de elementos digitales superpuestos en el mundo real. A través de un dispositivo móvil o unas gafas AR, podremos ver un escenario real con componentes virtuales a la vez. Por eso decimos que “aumenta” la información a la que tenemos acceso, porque incorpora nuevos objetos o datos a un entorno real.
Puede tratarse de imágenes estáticas, objetos o personajes en 3D, animaciones, texto, información relativa a algún elemento del mundo real… Incluso los filtros que a menudo se emplean en los selfies de redes sociales, como los que propone Instagram (maquillaje, sombreros, gafas o cualquier otra alteración) forman parte de la tecnología de AR.
Por no hablar del “boom” que se vivió en 2018 con el juego Pokemon Go.
En efecto, la Realidad Aumentada sigue siendo utilizada hoy en día, aunque todavía le espera un gran desarrollo.
Lo es por multitud de razones. La principal es que los requisitos técnicos son moderadamente bajos. El entorno real sigue siendo lo que más importa en la imagen, y la interacción del usuario con los elementos virtuales es prácticamente nula.
Además, casi con cualquier smartphone, tableta u ordenador pueden ejecutarse las aplicaciones de AR. El uso de esta tecnología está muy extendido entre la mayoría de usuarios que disfrutan de conexión a internet, por lo que su accesibilidad se ha mejorado de manera sostenible con los años.
Se llama realidad virtual cuando una persona cualquiera a través de un dispositivo concreto, las gafas o casco HMD (Head-Mounted Display), es capaz de situarse dentro de un entorno digital e interactuar con él. A diferencia de la AR, este es un escenario completamente virtual, que puede tener una apariencia más o menos realista, y que posibilita la inmersión total del usuario.
La tecnología VR consigue generar un entorno de 360º en el que el participante se sumerge, interactuando con él y desplazando por completo al mundo real. Precisamente esta virtud de hacer desaparecer los elementos reales es lo que provoca un grado de inmersión mayor, pues lo único que tienes delante es el apartado digital.
Aunque parece que el uso de la Realidad Virtual ha ido siempre de la mano del mundo del entretenimiento, hay muchos otros sectores donde puede ser útil. En Ludus Global, por ejemplo, hacemos uso de esta tecnología y sus ventajas para mejorar las formaciones para empresas en materias de seguridad y salud.
El principal impedimento para la extensión de este sistema de visualización es la necesidad de dispositivos específicos para su correcto funcionamiento (gafas y mandos de RV). Es importante que sean de la mejor calidad para que la experiencia inmersiva sea total.
Como habrás visto, hay algunas diferencias interesantes a nivel de interactividad o inmersión entre la Realidad Aumentada y la Realidad Virtual; pero no son las únicas. Empecemos por lo necesario para mover esta tecnología, ya que la AR es tan sencilla que puede ejecutarse en cualquier teléfono móvil o tableta. Por otro lado, la RV sí requiere de un dispositivo mayor, un mejor procesador de datos, portátil de gama más alta y, en general, una inversión algo más elevada.
En cuanto a la relación entre el mundo real y el virtual, en la primera nos encontramos con pequeños destellos de elementos digitales, sin una presencia predominante. Sin embargo, la segunda nos lleva directamente a un escenario puramente virtual e inmersivo, sin elementos reales que interactúen con él.
Por último, la relación con el usuario también es muy diferente. Cuando hacemos uso de la AR, el usuario puede interactuar de manera muy limitada con aquello que aparece en la pantalla. Lo máximo que conseguirá será aumentar la información del mundo real, poder visualizar un objeto desde diferentes perspectivas o algo tan sencillo como que un filtro de Instagram nos maquille superponiendo aspectos digitales.
Si nos trasladamos al mundo de la VR, la interacción con el espacio digital es máxima, ya que exclusivamente tendremos eso a nuestra disposición. Podremos manejar la mayoría de objetos (que hayan sido programados para ello) y realizar actividades dentro de este escenario, que se verá afectado por nuestras acciones.
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