Hablamos de tecnología como el conocimiento, la técnica o la aplicación técnica que necesitamos cuando realizamos una actividad. De forma más global, podríamos entenderla como el conjunto de instrumentos, recursos técnicos o procedimientos que empleamos para la realización de una actividad. ¿En qué momento empezó a ser importante la tecnología en el mundo de la prevención de riesgos laborales (PRL)?
Si hablamos de la primera vez que se usó la tecnología para salvar vidas laboralmente hablando, nos podríamos desplazar hasta 1900. Hasta entonces no se publicó la Ley de Accidentes de Trabajo, base de la legislación española obrera. Esta ley marcó el inicio hacia el nuevo derecho de la seguridad social de nuestro país.
Se definió por primera vez el accidente laboral como “toda lesión corporal que el operario sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena”. Una de las primeras políticas preventivas de España llegó en 1971, con el Plan Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo.
Si tuviéramos que pensar en la primera tecnología aplicada a PRL, pondremos como ejemplo del uso de la misma a los canarios. Se utilizaron como “equipo de protección” durante casi 100 años, para comprobar el nivel de oxígeno en las minas.
Los canarios eran uno de los “equipos de protección colectiva” más importantes en la industria minera.
Y desde entonces, ¿Cómo ha evolucionado la tecnología y cuáles son los principales aliados para la prevención de riesgos y salud laboral?
Hoy día, las nuevas tecnologías permiten a las empresas dotarse de mejores herramientas con las que aplicar la prevención en los lugares de trabajo y mejorar su integración a todos los niveles de la organización con pilares fundamentales:
No podemos olvidarnos tampoco de los nuevos riesgos asociados a las tecnologías y que se encuentran dentro de las líneas estratégicas de Europa y de España como son los riesgos psicosociales, concretamente conocido como tecnoestrés.
El tecnoestrés es el causante de múltiples problemas que actualmente están afectando a empleados, y por ende a las empresas. La mala utilización de las nuevas tecnologías puede manifestarse de dos formas, una inadaptación y rechazo o, en el caso contrario, una total dependencia.
Las nuevas tecnologías y la adaptación al cambio conllevan problemas a nivel técnico y personal. Esto tiene consecuencias tanto para las personas como para las organizaciones. A su vez, el desarrollo tecnológico ha dado lugar a un modelo de trabajo más flexible y con un modelo mixto de teletrabajo. Esto se traduce en una reducción del estrés, puesto que permite una mayor conciliación de la vida personal y profesional más sencilla.
Cabe destacar que la tecnología de inteligencia artificial puede representar hasta un 40% de ahorro en procesos de seguridad y salud para las empresas (Según un estudio de la Revista economía.com). Esto sucede gracias a la previsión en PRL y a la mejora de la calidad de vida de sus trabajadores.
Las nuevas tecnologías nos facilitan la vida personal, y su buen uso y los nuevos métodos de trabajo ayudan a reducir la siniestralidad laboral. Ahora bien, también supone un reto encontrar el equilibrio en el buen uso de las mismas para que sean nuestro mejor aliado.