Generalmente, cuando nos referimos al miedo a las alturas, solemos utilizar la palabra ‘vértigo’. Sin embargo, el término técnicamente correcto para referirnos a esta sensación es la acrofobia. En este artículo te contaremos las diferencias entre ambas.
Se denomina acrofobia al miedo irracional que se experimenta al estar en una altura, ante la posibilidad de caer. La palabra acrofobia tiene su origen en el griego. Proviene de las palabras ‘akros’ (alto) y ‘fobos’ (miedo).
La acrofobia provoca respuestas emocionales como la ansiedad o, en casos más extremos, ataques de pánico. Se trata de un trastorno derivado del miedo natural (por evolución y supervivencia) del ser humano a caerse.
Esa respuesta emocional a la acrofobia también puede llegar a producirse de manera anticipada. Esto sucede cuando, ante la perspectiva futura de subirse a una altura, la persona comienza a experimentar sensaciones como la ansiedad.
Como comentábamos, la acrofobia y el vértigo no significan lo mismo, aunque puedan guardar una relación. ¿Cuál es la diferencia entre ambos términos?
No obstante, las causas del vértigo no tienen por qué estar asociadas a la acrofobia, ni producirse solo cuando estamos en una altura. Aunque ambos términos puedan estar relacionados en algunos casos, no siempre lo están y no significan lo mismo.
El temor a las alturas causa limitaciones en la vida de muchas personas. La acrofobia puede experimentarse al salir a un balcón o incluso bajando escaleras, provocando cuadros de ansiedad. Hay personas con acrofobia que rehúyen totalmente las alturas, evitando volar, subirse en atracciones...
La acrofobia también puede llegar a afectar a las personas en su ámbito laboral. Uno de los ejemplos más ilustrativos son los trabajos en altura. Existen casos de personas que no saben que padecen acrofobia antes de subirse a una gran altura a trabajar, lo que supone un problema.
Hay diferentes métodos para tratar la acrofobia, como la terapia psicológica cognitivo-conductual. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha empezado a valorar la eficacia de tecnologías como la realidad virtual.
La realidad virtual (VR) sumerge a la persona en un entorno realista recreado mediante una simulación. Al colocarse las gafas, el usuario puede estar situado en una altura, que el terapeuta puede regular.
La eficacia de esta tecnología ya se ha probado en estudios como uno de la Universidad de Oxford, publicado en la revista The Lancet Psychiatry. El experimento consistió en tratar a personas con acrofobia utilizando realidad virtual, en seis sesiones de media hora. Los resultados fueron muy positivos, y gran parte de las personas tratadas mejoraron o superaron su acrofobia.
Esta herramienta ya se utiliza también en el ámbito laboral, para entrenar a operarios antes de realizar trabajos en altura.
Las simulaciones de Trabajos en altura permiten practicar procedimientos en entornos simulados. De esta manera, los trabajadores aprenden a protegerse con los EPIs adecuados y a completar protocolos de seguridad en situaciones realistas.
Además, el potencial de la realidad virtual para provocar sensaciones permite detectar la acrofobia en formaciones de trabajos en altura. El trabajador formado puede experimentar miedo intenso o incluso sufrir vértigo, dado el realismo de la simulación.
En la simulación de Trabajos en altura de Ludus, el alumno puede cometer errores como equiparse con EPIs incorrectos, y sufrir accidentes como caídas. Se trata de una herramienta con gran poder de concienciación, que el formador utiliza a su antojo para impartir formaciones.
En 2022, uno de cada 9 accidentes de trabajo mortales en España se debió a una caída desde altura, con 73 fallecimientos. Incorporar tecnologías modernas como la realidad virtual a los entrenamientos de seguridad y salud puede ayudar a reducir estas cifras.
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